NUESTROS PRINCIPIOS Y LA ESTRATÉGIA GENERAL
Concepciones filosóficas, teóricas, estratégicas, programáticas y organizativas.
Organización Socialista Libertaria

La Organización Socialista Libertaria (OSL), nuestra organización, se basa por un conjunto de principios —concepciones no negociables que orientan permanentemente la práctica política— que expresan nuestras concepciones filosóficas, teóricas, estratégicas, programáticas y organizativas. En este documento profundizamos en estos principios y concepciones, que se resumen en nuestro “Manifiesto Fundacional”.

Materialismo/Realismo Libertario y Teoría Social Libertaria

La OSL defiende el materialismo o realismo libertario y la teoría social libertaria como un enfoque teórico-metodológico de análisis de la realidad social, que se ha desarrollado centrándose principalmente en los clásicos anarquistas, y estableciendo diálogos con referentes pasados y presentes de la izquierda socialista/comunista antiautoritaria/libertaria.[1]

Este enfoque difiere de los supuestos analíticos marxistas, posmodernos, (neo)positivistas y, obviamente, liberales; no es sinónimo de determinismo económico, ni recomienda ningún pragmatismo de realpolitik que implique abandonar nuestros principios y nuestra identidad política.

Materialismo/Realismo Libertario

En términos muy generales, este enfoque materialista o realista sostiene que la materia es sinónimo de naturaleza (en sentido amplio) o la totalidad de la realidad, es decir, todo lo que ha existido y existe en el universo. La materia/naturaleza/realidad está en permanente movimiento, no por algún tipo de fuerza externa (Dios, por ejemplo), sino por su propia dinámica de acciones y reacciones perpetuas.[2]

La ciencia, aun con todos sus problemas y límites, fue la herramienta que se encontró para comprender mejor la materia. Mediante un enfoque realista, puede intentar expresar en términos ideales (a través del pensamiento) el desarrollo material y real de la vida. Es importante señalar aquí que cualquier análisis o teoría sobre la realidad no es más que un intento de reproducción ideal de una realidad material, de modo que esta última siempre debe tener prioridad sobre la primera. En otras palabras, la realidad es más relevante que el pensamiento sobre la realidad.[3]

Este método materialista realista libertario es simultáneamente experimental, exhaustivo y crítico. Propone analizar la realidad pasada y presente de los fenómenos o hechos a través de la experiencia, identificando la influencia de las variables y comprendiendo las propiedades, relaciones directas e indirectas entre ellas; y permaneciendo siempre abierto a la crítica y a la autocrítica, así como a las posibles refutaciones que surjan de los análisis. Y, si es posible, se propone indicar, a partir de estos resultados, lo que necesaria o probablemente (en términos de probabilidad) debería ocurrir.[4]

Teoría Social Libertaria

Aplicado al análisis de la sociedad, este enfoque materialista o realista sustenta una teoría social libertaria. La teoría (social) es un conjunto coherente y articulado de herramientas conceptuales científicas que nos ayudan a analizar en profundidad la realidad y los hechos sociales. Esta teoría social libertaria se fundamenta en un conjunto de procedimientos y supuestos teóricos establecidos por el análisis histórico de la sociedad; propone así conciliar teoría e historia. Aunque se ha desarrollado en el ámbito anarquista, no debe confundirse con ideología o doctrina. No sustituye lo que fue o es (la realidad material) por lo que se desearía (en términos ideológicos) que hubiera sido o fuera. Tampoco pretende ser científicamente neutral o imparcial (negamos, por lo tanto, el marxismo y el neopositivismo que sustentan tales posiciones).[5]

En línea con nuestro método materialista/realista, la teoría social libertaria hace un uso crítico de la ciencia, buscando comprender lo que fue (pasado) y lo que es (presente), en una construcción analítica (ideal) que pretende aproximarse a una totalidad material (real) en movimiento.[6] Entendemos que esta aproximación es posible y que esta realidad no es impenetrable, incomprensible en su totalidad, ni el resultado de múltiples perspectivas o narrativas (negamos, por lo tanto, el subjetivismo y el postmodernismo que sustentan tales posiciones).

La teoría social libertaria propone, especialmente cuando se trata de la sociedad moderna, un análisis sistémico o estructural, a fin de explicar cómo esta sociedad se reproduce, cambia y transforma. Para ello, hace hincapié en la necesidad de comprender críticamente los conflictos sociales y el escenario en el que estos conflictos tienen lugar.[7]

La comprensión de los conflictos sociales exige entender las fuerzas sociales en juego (cuáles son estas fuerzas, cómo se relacionan e influyen mutuamente) y las relaciones de poder/dominación que resultan de este enfrentamiento; también requiere conocer cómo estas fuerzas y relaciones contribuyen a configurar, reforzar o modificar la sociedad.[8]

También requiere una caracterización de los conflictos sociales y del papel que desempeñan en la sociedad. Cuando se trata de un sistema/estructura (la sociedad), es esencial identificar qué conflictos pueden resolverse manteniendo la lógica sistémica (conflictos no contradictorios) y cuáles solamente pueden resolverse modificando la lógica sistémica (conflictos contradictorios o contradicciones). Cuando se resuelve un conflicto no contradictorio, hay cambio; cuando se resuelve un conflicto contradictorio (contradicción), hay transformación social.[9]

Comprender el escenario en el que se producen los conflictos sociales requiere un esfuerzo por desglosar las partes principales de una sociedad o sistema (cuáles son esas partes, cómo se relacionan e influyen entre sí).[10] Una sociedad tiene diferentes niveles de complejidad y profundidad en sus formaciones, relaciones sociales y actividades humanas. Tiene aspectos macro, meso y microsociales (de mayor a menor complejidad) y también estructura, coyunturas, acciones humanas, discursos/pensamientos (de mayor a menor profundidad).[11]

En términos macrosociales, y tomando las formaciones y relaciones de mayor profundidad en una sociedad, podemos decir que un sistema tiene una determinada estructura, que se divide en campos o esferas e instituciones sociales; y que mientras se mantiene una estructura, a un nivel de menor profundidad se forman diferentes coyunturas. La estructura es el escenario formado por todos los elementos (ámbitos, instituciones y relaciones) más profundos y duraderos de una sociedad; su cambio suele ser más lento. La coyuntura es el escenario constituido por el conjunto de acontecimientos coyunturales que marcan la vida social cotidiana; sus elementos son menos profundos y duraderos y su cambio suele ser más rápido.[12]

Para comprender los escenarios estructurales y coyunturales es necesario identificar las fuerzas sociales que se han institucionalizado de forma más profunda y que, por lo tanto, explican la lógica del escenario, que puede pensarse como un río que tiene un curso de agua determinado. Hay que tener en cuenta que cuando las fuerzas sociales operan en un escenario, ese escenario no es neutro; tiene una lógica, una dinámica, que favorece la intervención de determinadas fuerzas y dificulta la de otras. Normalmente, las fuerzas que están a favor de la corriente (lógica estructural) tienen más facilidad para influir e imponer que las que están en contra de la corriente.[13]

En la comprensión materialista y realista de los conflictos y escenarios, nuestro planteamiento sostiene que muchas veces es imprescindible distinguir los hechos de las ideas, los elementos concretos de los abstractos, y priorizar los primeros (hechos o elementos concretos) sobre los segundos (ideas o elementos abstractos).[14] Así ocurre cuando, como ya hemos mencionado, priorizamos la realidad material (hecho concreto) sobre la representación o interpretación que se hace de esa realidad (idea abstracta). O cuando, por ejemplo, consideramos que las clases sociales existen, independientemente de que las personas comprendan este hecho o tengan mayor o menor conciencia de clase.

Obviamente, esta posición debe ser tenida en cuenta de forma no determinista porque, como resultado de la dinámica acción-reacción, las ideas, representaciones y conocimientos, en la medida en que se producen y difunden en la sociedad, son capaces de convertirse en hechos concretos e influir en la realidad social a todos los niveles.[15]

Esto repercute tanto en el análisis de los conflictos sociales como en el escenario en el que estos conflictos tienen lugar. Y, en consecuencia, en la forma de entender los cambios y transformaciones sociales. Partiendo de lo más fáctico y concreto que existe en una sociedad hacia lo más ideal y abstracto, podemos decir que, en este análisis de las fuerzas y relaciones sociales: la estructura de la sociedad es más profunda/influyente que la coyuntura; la estructura y la coyuntura son más profundas/influyentes que la acción humana (tendiendo la acción colectiva a ser más influyente que la individual), y la acción humana es más profunda/influyente que el pensamiento o el discurso (tendiendo los pensamientos y discursos colectivos a ser más influyentes que los individuales).[16]

Sociedad y Conflicto Social

De acuerdo con este desarrollo teórico, podemos decir que la sociedad es un sistema o estructura constituida por campos o esferas e instituciones; es una totalidad de individuos (que son inseparables e interdependientes entre sí, además de inconcebibles fuera de ella), relaciones sociales y desarrollo humano que existen de forma articulada en una comunidad.[17]

Al tomar la sociedad como unidad básica de análisis, sostenemos que no puede reducirse a la simple suma de individuos (negamos, por lo tanto, el liberalismo y el individualismo metodológico que sustentan tales posturas).[18] Incluso si nos alejamos del determinismo, consideramos que las partes más complejas de la sociedad son las más influyentes. En otras palabras, la sociedad suele ejercer mucha más influencia sobre el individuo que a la inversa, al igual que los aspectos macrosociales en relación con los microsociales.

La sociedad es un sistema en movimiento, estructurado sobre la base de una dinámica de acciones y reacciones, marcada por relaciones, influencias, conflictos y contradicciones generadas en/por la propia sociedad. El conflicto social es el factor que explica este movimiento (dinamismo). Se expresa de diferentes maneras, tanto en tiempos de paz como de guerra, en términos locales o globales, de forma contradictoria o no (negamos, por lo tanto, los enfoques funcionalistas, que priorizan el consenso sobre el conflicto).

La sociedad, sus partes (ámbitos e instituciones) y las relaciones entre ellas se forman a partir del conflicto entre fuerzas sociales y relaciones de poder. Su reproducción se explica a través de la socialización, que tiene lugar en el trabajo, la familia y la vida social en general. Sus cambios y transformaciones se explican por las acciones humanas, pero también por las dinámicas coyunturales y estructurales.[19]

Poder y Dominación

Todos los individuos, solos o en conjunción con otros, poseen una cierta capacidad de logro (la posibilidad de producir una fuerza social), que, cuando se pone en acción y pasa así a la existencia real o material, forma una fuerza social (materialización de la capacidad de logro; energía aplicada por individuos, grupos o clases sociales en conflictos sociales para alcanzar determinados objetivos).[20]

Las fuerzas sociales se enfrentan permanentemente en todos los niveles de la sociedad, conformando relaciones de poder: equilibrios temporales de estos enfrentamientos, que se producen cuando determinada(s) fuerza(s) domina(n) a otra(s). Estas relaciones propician el establecimiento de regulaciones y controles sociales.[21]

La dominación es una forma de poder marcada por jerarquías duraderas, en la que uno—individuo(s), grupo(s), clase(s)—se imponen a otros, decidiendo, sin participación (debido a un mayor o menor monopolio de las decisiones), lo que concierne a muchos o a todos, y gozando de privilegios. Implica control de la fuerza social, apropiación de los frutos del trabajo, relaciones de mando y obediencia, violencia, represión, alienación, etc., siempre a favor de los dominadores y en detrimento de los dominados (estamos en desacuerdo, por lo tanto, con los planteamientos que consideran sinónimos poder y dominación).

La dominación puede basarse en la clase, el género, la raza, la nacionalidad y otros criterios; cuando se establece a nivel estructural y sistémico, se convierte en un sistema de dominación.[22]

Concepción del Sistema Capitalista-Estatista

Sistema Capitalista-Estatista

El capitalismo-estatismo (sistema o sociedad capitalista-estatista, o simplemente capitalismo) es un modo histórico de poder/dominación.[23]

Su estructura sistémica macrosocial puede dividirse analíticamente en tres esferas o campos (a partir de ahora daremos prioridad a este último término): económico, político e intelectual-moral, que expresan histórica y respectivamente la economía capitalista, el Estado moderno y las grandes instituciones de comunicación e instrucción. Estos tres ámbitos (así como las instituciones económicas, políticas e intelectuales-morales) son inseparables, interdependientes y únicamente tienen una autonomía relativa, ya que forman parte de una totalidad social. En otras palabras, el capitalismo no es solamente la economía capitalista y es inseparable del Estado y de las ideas que lo legitiman (por lo tanto, no estamos de acuerdo con los enfoques que ven el capitalismo sólo como un sistema/estructura económica).[24]

El sistema capitalista-estatista es una estructura marcada por relaciones de dominación, duraderas y hegemónicas en sus ámbitos, instituciones y fuerzas sociales preponderantes.[25] Se define por la propiedad capitalista-estatista (privada o nacional/estatal) de los medios económicos (producción y distribución), políticos (administración, control y coerción) e intelectuales-morales (producción y difusión de conocimientos y creencias). Y tiene una lógica estructural/sistémica basada en la acumulación permanente de capital económico, político e intelectual-moral (o cultural, en sentido estricto).[26]

La formación social de esta sociedad (escenario macrosocial) es producto de la lucha de clases (conflictos/contradicciones entre fuerzas sociales históricas de clase), de cambios y transformaciones coyunturales y estructurales.[27] Esta lucha, generada por la dominación de clase, viene influyendo y siendo influida por otros conflictos, basados en otras formas de dominación.

Dominación y Clases Sociales

Las clases sociales se definen por la propiedad de medios económicos, políticos e intelectuales-morales (estamos en desacuerdo, por lo tanto, con los enfoques que sitúan las clases únicamente como un concepto económico).[28] Y la lucha entre clases dominantes y clases oprimidas es el principal (aunque no el único) conflicto social de la sociedad capitalista-estatista—su mayor contradicción.[29]

Tanto el ascenso de la burguesía y la burocracia moderna como clases dominantes, como el desarrollo del proletariado urbano y rural como clases oprimidas, fueron rasgos destacados de la formación social histórica del capitalismo-estatismo. Estas nuevas clases sociales concretas se añadieron a las antiguas y entre ellas surgieron sectores intermedios.[30]

En el sistema capitalista-estatista, el movimiento de producción y reproducción de las clases sociales se explica por cuatro formas de dominación: explotación del trabajo (apropiación del plustrabajo; la mayoría trabaja para dar beneficio y bienestar a una minoría), coacción física (violencia y represión; una minoría mata, encarcela e intimida a la mayoría), dominación político-burocrática (mando y obediencia; una minoría decide y la mayoría sigue las deliberaciones) y la dominación intelectual-moral (monopolio de la producción y difusión de ideas, informaciones, concepciones del mundo; legitimación de las relaciones de dominación; una minoría produce y distribuye estas ideas, informaciones y concepciones, y la mayoría las “consume” y reproduce).[31]

Estas cuatro formas de dominación unifican a las clases sociales concretas (terratenientes, burguesía, proletariado, campesinado, etc.) en dos grupos más amplios y mutuamente contradictorios: las clases dominantes y las clases oprimidas, que, bajo el capitalismo-estatismo, están en permanente conflicto, lucha y contradicción.[32]

Medioambiente, Nacionalidad, Raza-Etnia y Género-Sexualidad

Al conformarse y reproducirse, el capitalismo de Estado ha demostrado ser una enorme fuente de destrucción del medioambiente y de los recursos naturales.[33] Además, ha producido, incorporado y/o modificado otras formas de dominación, que interactúan con la dominación de clase.

Tres de estas formas de dominación destacan por el papel que desempeñan en las relaciones estructurales de poder y dominación en nuestra sociedad: 1.) Dominación nacional (colonialismo/imperialismo), en la que las clases dominantes de un país dominan a todas las clases de otro; 2.) Dominación étnico-racial (racismo), en la que los miembros (sean o no la clase dirigente) de una raza-etnia dominan a los miembros de otra; 3.) Dominación de género y sexualidad (patriarcado), en la que un género-sexualidad domina a otro.

Estas tres formas de dominación han contribuido y siguen contribuyendo al establecimiento de relaciones capitalistas-estatistas entre las clases sociales y, por lo tanto, a la propia dominación de clase. En otras palabras, el colonialismo/imperialismo, el racismo y el patriarcado han contribuido – y siguen contribuyendo – a la constitución de las clases sociales. Y, por otro lado, las clases sociales han influido—y siguen influyendo—en todas estas formas de dominación.[34]

Analíticamente, es imposible no hacer distinciones entre clases dominantes y oprimidas en países centrales y periféricos; entre blancos, negros, indígenas, asiáticos y latinos; entre hombres y mujeres; entre hetero y homosexuales, entre cis y transgéneros y así sucesivamente. En el sistema capitalista-estatista, nacionalidad, raza-etnia, género-sexualidad producen conflictos que atraviesan las clases sociales, y que, por lo tanto, marcan de manera significativa su contradicción de clases.[35]

Por un lado, estos conflictos son esenciales para comprender a las clases oprimidas y los retos de su movilización; por otro, es necesario reconocer que también han sido utilizados por las clases dominantes para dividir a las clases oprimidas. Al enfrentar a obreros contra obreros, estimulan la división y la fragmentación, elementos centrales de la dominación capitalista-estatista.[36]

Colonialismo/Imperialismo, Racismo y Patriarcado

Desde un punto de vista histórico y global, el colonialismo/imperialismo y el racismo han sido y siguen siendo esenciales para la expropiación tanto de los recursos (naturales y humanos) de las naciones dominadas como de la fuerza de trabajo y la propia vida humana de ciertas naciones, razas y etnias consideradas inferiores.

Las conquistas coloniales y la esclavitud están en la base de la formación del capitalismo; la división internacional del trabajo sigue beneficiando a los países del centro en detrimento de los de la periferia; la división social del trabajo (que se basa en la oposición entre trabajo intelectual y manual, trabajo deseable e indeseable), ha reservado las posiciones más altas de la jerarquía social a los blancos; las personas de origen negro, indígena, asiático, latino y de otras etnias (según la época y el lugar) no solamente han ocupado las peores posiciones laborales, sino que también han sido: utilizadas para restar valor al trabajo; privadas de información y conocimiento; gobernadas, juzgadas, encarceladas y asesinadas por sus orígenes nacionales, raciales y/o étnicos.[37]

Aun en términos globales, el patriarcado ha sido esencial en la división sexual del trabajo, el establecimiento de las esferas pública y privada, y la centralidad de la familia nuclear, que han sido y siguen siendo fundamentales para mantener las condiciones de explotación económica y dominación política e intelectual-moral de las mujeres, los géneros y las sexualidades disidentes.

En el sistema capitalista-estatista, los hombres eran responsables del trabajo fuera del hogar, de las decisiones públicas y del conocimiento socialmente reconocido; las mujeres eran asignadas al cuidado del hogar y de la familia. La exclusión y subordinación de las mujeres en términos económicos, políticos e intelectuales-morales también está en la base de la configuración de esta sociedad; la división sexual del trabajo sigue beneficiando a los hombres en detrimento de las mujeres, reservando a los primeros los puestos más altos en la jerarquía social; en el trabajo, las mujeres siguen recibiendo salarios más bajos, y han sido: utilizadas para reducir el valor de la mano de obra; gobernadas, violadas y asesinadas por su condición de mujeres.

En esta sociedad, las disidentes de género y sexualidad han sido víctimas de prejuicios y violencia, ya sea en la familia, en la escuela, en el trabajo o en otros espacios. Esto se deriva directamente del surgimiento de la individualidad moderna y ha sido estimulado significativamente por el Estado y las ciencias médicas.[38]

Transformación Revolucionaria y Socialismo Libertario

La OSL defiende, en su programa máximo y en su estrategia general, la revolución social, el socialismo libertario o comunismo y la construcción del poder popular autogestionado.

Transformación Social Revolucionaria

Estamos a favor de una revolución social que ponga fin al sistema capitalista-estatista y a todas las formas de dominación. Es uno de los resultados posibles de la lucha de clases, el momento culminante del proceso de construcción del poder popular y marca el inicio de la transformación estructural de la sociedad.

Esta revolución destruye los funfamentos del capitalismo, del Estado y de las grandes instituciones de comunicación y educación; pone fin a las clases sociales, a la propiedad (privada y nacional/estatal) de los medios económicos, políticos e intelectuales-morales, al imperialismo, al racismo y al patriarcado. Abre así las posibilidades para la reconstrucción de la sociedad y, por lo tanto, para la instauración del socialismo libertario.[39]

En otras palabras, no se trata de una revolución política que sustituye a los dirigentes del Estado y/o nacionaliza la propiedad económica (negamos, por lo tanto, el marxismo-leninismo y las experiencias del “socialismo real” como vías para la emancipación de los trabajadores y trabajadoras). Ni siquiera los cambios que únicamente tienen un impacto coyuntural, y menos aún los ultrarestrictivos (“revoluciones moleculares”, “zonas autónomas”, etc.), cuyas acciones puntuales y discursos restringidos no tienen un impacto amplio, influyente o permanente en la realidad social.[40]

La revolución social se produce cuando, en la confrontación entre el poder social de las clases oprimidas y las clases dominantes, la lucha de clases llega a un límite y las primeras (el poder de las clases oprimidas) se imponen a las segundas (el poder de las clases dominantes); se consolida así una relación de poder entre las primeras y las segundas.[41]

Tampoco se trata de un movimiento insurreccional rápido, de un conflicto combativo a corto plazo que resuelva todas las grandes cuestiones sociales. La revolución social es el resultado de un largo proceso, que puede acelerarse en determinados momentos y en el contexto de determinadas luchas, pero que requiere un trabajo intenso y tiempo. Es un proceso a largo plazo que transforma la sociedad al mismo tiempo que transforma a las personas que participan en él. No se produce por el simple desarrollo de contradicciones coyunturales o estructurales, sino que requiere mucha organización y preparación previas, una acción humana concreta que arraigue profunda y duradera en todos los ámbitos de la sociedad.[42]

De estas raíces dependen los resultados de la revolución. No se puede creer que un conjunto de acciones o unos pocos acontecimientos circunstanciales pongan a las clases oprimidas en la calle y que, aunque estén sometidas a una estructura económica, política e intelectual-moral muy dura, se transforman fácilmente y comiencen a promover posiciones revolucionarias y autogestionarias. La revolución y su desarrollo dependen del arraigo de una cultura política y de una práctica revolucionaria y autogestionaria. Esto exige prácticas cotidianas de luchas combativas y enfrentamientos que impliquen democracia de base, acción directa e independencia de clase.

Como la revolución no es solamente obra de los anarquistas, quienes ocupan estas posiciones deben implicarse plenamente en los procesos de lucha para promover y garantizarles un resultado socialista y libertario. Será necesario enfrentarse no solo a los enemigos, sino también a diferentes adversarios, como en la Revolución Ucraniana, la Revolución Española y otros episodios revolucionarios en los que los anarquistas jugaron un papel significativo.[43]

La revolución implica, sin duda, niveles de violencia y lucha avanzada (como en períodos de insurrección). Entendemos esto como una respuesta a una sociedad (capitalismo-estatismo) basada en la violencia cotidiana, dirigida por las clases dominantes y sus instituciones. Las clases sociales y la propiedad son la verdadera violencia; la revolución únicamente se enfrenta a esta violencia combatiendo las posiciones sociales y no necesariamente a las personas.[44]

Entendemos que entre la revolución social y la consolidación del socialismo libertario o del comunismo habrá ciertamente un período de transición, con la necesidad de un proyecto de defensa de la revolución. Sin embargo, no estamos hablando de socialismo de Estado. La revolución debe destruir inmediatamente las instituciones capitalistas y estatistas; las medidas intermedias que sean necesarias deben tener en cuenta la coherencia estratégica (medios que conducen a determinados fines), y, por lo tanto, deben ser libertarias y autogestionarias, garantizando el avance hacia el socialismo libertario.[45]

No hay camino posible hacia la autogestión económica, política y social mediante la nacionalización o estatización de la propiedad, el taylorismo y la militarización en el trabajo, la dictadura de una burocracia estatal. Por lo tanto, negamos el proyecto marxista de la “dictadura del proletariado” porque, ante todo, no es del proletariado, sino de la burocracia sobre los trabajadores, en un proyecto autoritario e incoherente de transición que no conduce al fin del capitalismo y del Estado.[46] Los medios adoptados en el período de transición tienen que preparar a la sociedad para los fines que pretenden alcanzar.

Socialismo Libertario

En nuestra opinión, no es necesario establecer en detalle qué formas debe adoptar una sociedad futura. Sin embargo, también consideramos equivocadas las posturas que se niegan a debatir la cuestión, como si establecer objetivos finales no fueran esenciales para diseñar estrategias y tácticas adecuadas.

Nuestra visión estratégica considera que el objetivo condiciona las estrategias (más amplias, estructurales y fijas), y estas las tácticas (más restringidas, cíclicas y flexibles), de modo que tener una idea aproximada de “adónde queremos ir” es fundamental para formular “cómo partiremos de donde estamos para llegar adonde queremos ir”. Esto significa mantener la coherencia entre medios y fines. Los fines no justifican los medios; de hecho, son los medios elegidos los que harán posible o no el avance hacia los fines.[47]

Nuestro objetivo final es el socialismo libertario, que también es una forma de sociedad, un modo o sistema de poder, pero que, a diferencia de otros (como el capitalista-estatista) no tiene relaciones de dominación en su núcleo. Rechazamos, por lo tanto, la noción de socialismo como vía de transición que, a través del Estado, construye una sociedad comunista sin Estado. Rechazamos tener que elegir entre igualdad o libertad, socialismo/comunismo o democracia/autogestión/federalismo; nuestra concepción de la sociedad futura combina todos estos elementos; es una sociedad simultáneamente igualitaria, libertaria, socialista/comunista, democrática, autogestionaria y federalista.[48]

Ante todo, creemos que la sociedad forma parte de la naturaleza y por eso rechazamos las visiones utilitaristas, que consideran que la única función del medioambiente es servir a la humanidad. Queremos una sociedad ecológica que promueva tanto la preservación del medioambiente como el bienestar humano. Esto requiere, obviamente, soluciones libertarias para el uso ecológico y la gestión de la biodiversidad.[49]

En términos sociales, los tres ámbitos mencionados (económico, político e intelectual-moral) deben ser completamente reestructurados en vista de la desaparición de las clases, la propiedad y la dominación (de clase, nacional, racial-étnica, de género-sexual).

Siendo entonces todos los habitantes de esa sociedad trabajadores, y estando entonces completamente socializada (colectivizada, puesta a disposición de toda la sociedad) la propiedad de los medios económicos, políticos e intelectuales-morales, no habrá más capitalismo, ni más Estado y sus instituciones de comunicación e instrucción. En el socialismo libertario, no habrá más explotación capitalista y precapitalista del trabajo, no más coerción física y dominación político-burocrática por parte del Estado, no más dominación intelectual-moral capitalista-estatista. Esta sociedad también acabará con el imperialismo, el colonialismo, el nacionalismo, el racismo y el patriarcado; los prejuicios y la discriminación nacional, racial-étnica o de género-sexualidad serán combatidos permanentemente.

La dominación será sustituida por la autogestión en toda la sociedad, lo que requiere garantizar una amplia participación en los procesos de toma de decisiones, ya sean económicas, políticas o intelectuales-morales, en proporción a lo que a cada uno le afecte. La autogestión no exige que todos participen en todo, sino solamente en lo que les afecta. Ciertas cuestiones pueden requerir una participación internacional o nacional; otras, regional, de un sector, de una empresa o fábrica, de un barrio; o incluso de grupos, colectivos o individuos.[50]

En términos generales, los consejos y asociaciones de trabajadores, organizados por lugar de trabajo y/o vivienda, serán responsables de la gestión económica, política e intelectual-moral de la sociedad. La participación en estos consejos y asociaciones será voluntaria y se caracterizará por la autodisciplina. Las decisiones se tomarán en asambleas, de abajo hacia arriba, y, siempre que sea necesario, se articulará a través de mecanismos federalistas: las bases elegirán delegados para esta articulación con instancias más amplias, tomando decisiones de base y garantizando su ejecución; los delegados serán controlados por las bases, sus funciones serán rotativas y sus mandatos serán revocables. Esto les permitirá articular las decisiones locales, regionales, nacionales e incluso internacionales.

La autogestión y el federalismo organizarán la sociedad desde el lugar de trabajo y el hogar, desde la ciudad y el campo, y evitarán tanto la centralización como la atomización; preservarán la autonomía relativa de las partes, al mismo tiempo que garantizan la unidad. Así se evitará el centralismo (decisiones jerárquicas, de arriba abajo) y el autonomismo (decisiones locales no articuladas).[51]

En el ámbito económico, habrá colectivización de maquinaria, equipos, herramientas, tecnologías, instalaciones (edificios, almacenes, oficinas), fuentes de energía, medios de transporte, materias primas (minerales, vegetales, animales) y tierras. La economía (agricultura, industria, servicios) buscará satisfacer las necesidades populares; los consejos y asociaciones de producción y consumo decidirán el destino de las inversiones y los excedentes. El trabajo será equivalente para todos, conciliando las actividades intelectuales y manuales con la participación política; será obligatorio para todos los que puedan trabajar. Los niños, los ancianos, los enfermos, los heridos y los incapacitados contarán con el apoyo de la sociedad.[52]

En el ámbito político, el Estado será sustituido por una forma de autogobierno popular. Las instituciones de regulación y control social también se socializarán, y los trabajadores, a través de sus consejos y asociaciones, tomarán decisiones, controlarán su aplicación y resolverán los conflictos. Decidirán y ejecutarán todo lo relativo a los servicios públicos, ofreciendo educación, salud, saneamiento básico, transporte, vivienda, seguridad, servicios de limpieza, agua, electricidad, gas, etc. al conjunto de la sociedad.

Este nuevo sistema promoverá la igualdad social y la libertad colectiva. Todos los miembros de la sociedad estarán en relaciones igualitarias y liberadoras, con el fin de la propiedad, las clases y la dominación; con la socialización y la autogestión generalizadas; con la posibilidad del desarrollo pleno de las capacidades. Una sociedad así también promoverá, dentro de estos marcos de autogestión, la diversidad y las libertades individuales (de expresión, reunión, asociación, trabajo, creencia, ir y venir, sexualidad, estilo de vida, apariencia, etc.); buscará desarrollar las facultades de todos y cada uno. Al fin y al cabo, en nuestra concepción, la libertad individual únicamente se realiza en la libertad colectiva; solamente se puede ser individualmente libre cuando la colectividad es libre (negamos, pues, la noción individualista de libertad de los liberales). Las instituciones jurídicas y militares también serán autogestionarias; su fin último será garantizar la soberanía del territorio, la autodeterminación de los pueblos, la seguridad general y, sobre todo, la autogestión generalizada. Responderán a los intereses de las masas trabajadoras, resolviendo disputas, conflictos y delitos.[53]

En el campo intelectual-moral, también se socializarán las instituciones de comunicación e instrucción, que promoverán permanentemente una cultura autogestionaria, una ética libertaria basada en determinados valores, que son el fundamento del proyecto libertario: la libertad individual y colectiva, en el sentido del pleno desarrollo de las facultades, capacidades y pensamiento crítico individual y colectivo, fuera de la dominación; la igualdad, en términos económicos, políticos y sociales, promovida a través de la autogestión, el federalismo e incluyendo las cuestiones de nacionalidad, género-sexualidad y raza-etnia; la solidaridad y el apoyo mutuo, sosteniendo relaciones fraternas y de colaboración entre las personas en lugar del individualismo y la competencia; el estímulo permanente a la felicidad, la motivación y la voluntad. La educación será pública e integral, centrada en el desarrollo intelectual (conocimiento científico), técnico (trabajo intelectual y manual) y físico (salud y bienestar). Los medios de comunicación promoverán la diversidad y el pensamiento crítico, informando, debatiendo y entreteniendo.[54]

Se promoverá activa y permanentemente la solidaridad, la cooperación, la paz y la igualdad entre naciones, pueblos y etnias; entre blancos, negros e indígenas; entre hombres y mujeres; entre diferentes sexualidades (cuya expresión estará garantizada por la libertad individual).

Proyecto de Poder Popular Autogestionario

Tenemos un proyecto de poder popular autogestionado que puede considerarse el aspecto principal de nuestra estrategia general de transformación. Su construcción comienza bajo el capitalismo-estatismo y se fortalece con las luchas, en la medida en que organiza y potencia la fuerza social de las clases oprimidas; la realización de este poder solamente llega con la revolución social y la instauración y garantía del socialismo libertario, cuando las clases dominantes son finalmente derrotadas.

Es por eso, la construcción de ese poder popular es una tarea que debe comenzar ahora, con la transformación de la capacidad de realización de las clases oprimidas en fuerza social, es decir, la conversión del potencial del proletariado urbano y rural, del campesinado, de los pueblos tradicionales y de los marginados (las clases oprimidas del Brasil contemporáneo) en acción, en realidad de lucha, en intervención concreta en el juego de fuerzas de la sociedad. [55] Para nosotros, el espacio más adecuado para ese proceso son los movimientos populares (organizaciones de masas, sindicatos, movimientos sociales).

Es fundamental tener en cuenta que la inmensa mayoría de los miembros de las clases oprimidas no están organizados ni comprometidos (y, por lo tanto, no han estado produciendo fuerza social); y que la minoría que sí lo está, también ha promovido mayoritariamente posiciones que, cuando no refuerzan el sistema de dominación capitalista-estatista (movimientos de nueva derecha y sindicalismo amarillo o patronal, por ejemplo), solamente tienen como horizonte pequeños cambios a favor de las masas trabajadoras (reformismo, socialdemocracia, etc.).[56]

Hay, por lo tanto, dos aspectos centrales en la construcción de este poder popular. En primer lugar, es esencial organizar y atraer al máximo al proletariado, al campesinado y a las demás clases oprimidas en movimientos populares, para que puedan empezar a intervenir concretamente en la realidad social. En segundo lugar, es esencial dedicarse a la orientación estratégica y programática de estas organizaciones de masas, sindicatos y movimientos sociales. Esto es igualmente importante, porque de nada sirve organizarse y comprometerse si no se sabe adónde ir, si los medios que se eligen no se adaptan a los fines que se persiguen o si no se mueven en esa dirección. Ahí la importancia de concebir medios y fines con la debida coherencia estratégica y conseguir que los primeros se muevan en la dirección de los segundos (negamos, por lo tanto, la realpolitik, que apoya ese pragmatismo absoluto del “todo vale” en la acción política, que no solamente rompe con la coherencia estratégica, sino que hipoteca los principios de las personas que actúan políticamente).

El capitalismo-estatismo genera permanentemente innumerables problemas sociales, cuyo impacto lo sufren principalmente los trabajadores y trabajadoras. Los movimientos populares (sindicatos, movimientos sociales, etc.) son organizaciones de personas y/o entidades con intereses comunes, cuyo objetivo es hacer frente a uno o varios de estos problemas sociales, o incluso promover determinadas cuestiones en la sociedad.

Estos movimientos pueden articularse en torno a reivindicaciones medioambientales o sociales; pueden centrarse en cuestiones que surgen más directamente del conflicto de clases (trabajo, tierra, vivienda, servicios públicos, represión, educación) o en cuestiones que surgen de la dominación nacional (luchas de liberación nacional, luchas antiimperialistas), la dominación étnico-racial (movimientos antirracistas) y la dominación de género-sexualidad (movimientos de mujeres / feministas, LGBT+).[57]

Nuestro papel, como anarquistas y trabajadores, es crear, participar, fortalecer e influir en la dirección estratégica y programática de los movimientos populares. Obviamente, todo esto debe hacerse desde una perspectiva estratégica. No debemos crear o participar en todos y cada uno de los movimientos que aparecen, porque unos ofrecen mejores perspectivas para nuestro proyecto qué otros. Es nuestro deber, al participar en esos movimientos, contribuir directa y activamente a convertirlos en palancas de ese proyecto de poder popular. Esto significa promover un conjunto de características y formas de conducir las luchas, cuya referencia historiográfica está en el sindicalismo revolucionario, del cual partimos, haciendo las adiciones y actualizaciones necesarias.[58]

Una característica central es que los movimientos populares tengan un carácter de masas, o al menos la capacidad de convertirse en organizaciones de masas. Los sindicatos y los movimientos sociales deben ser amplios y fuertes, sin encerrarse en una ideología o doctrina específica (por lo tanto, rechazamos las propuestas de un sindicato o movimiento estudiantil anarquista, etc.). Creemos que todos los/as trabajadores/as que sufran los problemas sociales a los que se enfrenta un determinado movimiento, y que estén dispuestos a organizarse y a participar en las luchas, deben poder hacerlo.

Otra característica fundamental es que estos movimientos tienen una base de clase (que están formados por trabajadores y trabajadoras) y una perspectiva de clase (que promueven activamente la lucha de clases), independientemente de los problemas sociales que pretendan abordar y de las reivindicaciones inmediatas que tengan. Es necesario luchar internamente contra todos aquellos que promueven los intereses de las clases dominantes, aunque sufran o digan sufrir otras opresiones. Al mismo tiempo, es necesario enfrentar a los que preconizan alianzas y/o conciliaciones con los enemigos de clase, sean ellos miembros de la burguesía, de la burocracia estatal, autoridades de las religiones hegemónicas, grandes empresarios culturales o altos gestores (las clases dominantes del Brasil contemporáneo).[59]

Además, sostenemos que los sindicatos y los movimientos sociales promueven sus luchas de forma combativa, con independencia de clase y mediante la acción directa.

Defender la combatividad significa que los movimientos necesitan dedicarse a luchar, enfrentarse y pelear constantemente y con la firmeza necesaria. Necesitan conquistar sus reivindicaciones imponiendo su fuerza social (negamos, por lo tanto, el asistencialismo, la intermediación de empresarios, políticos, ONGs, etc.), utilizando diversos repertorios de lucha, que pueden utilizar o no la violencia.

Conviene recordar que tanto el pacifismo y el conciliacionismo, como la violencia desvinculada de las masas (insurreccionalismo/foquismo) tienen serios límites. Que la radicalización necesita acompañar la voluntad de las bases y el aprendizaje pedagógico producido por los propios conflictos sociales y luchas populares. Y que si la “combatividad” discursiva no va acompañada de acciones para crear y aumentar la fuerza social de las clases oprimidas, vale muy poco o casi nada.

Defender la independencia de clase significa que los movimientos deben mantener su autonomía frente a las empresas, instituciones y agentes que promueven los intereses de las clases dominantes y/o las diferentes formas de dominación, incluidas aquellas que son responsables de los problemas sociales a los que se enfrentan los propios movimientos.

Esto incluye a los partidos vanguardistas y/o electoralistas que no ven en los sindicatos y los movimientos sociales más que un conjunto de maniobras para reforzar sus proyectos de poder autoritarios y oportunistas. Finalmente, la emancipación de los/as trabajadores/as debe ser obra de los/as propios/as trabajadores/as. Aun así, esta independencia no debe confundirse con el aislamiento y el sectarismo.

Reivindicar la acción directa significa que los movimientos deben tener a las propias masas trabajadoras como protagonistas de las luchas, promoviendo formas de hacer política no únicamente fuera de los canales e instituciones del Estado, sino incluso contra el Estado. La acción directa puede subvencionar las luchas contra la patronal/empresas, y también contra la burocracia/Estado; las conquistas que provienen de las luchas son siempre bienvenidas.

Aunque reconocemos que, en muchos casos, el Estado puede ser más permeable a las demandas populares (especialmente cuando sigue, aunque sea parcialmente, los preceptos de la democracia burguesa) que las empresas (que son, en la gran mayoría de los casos, verdaderas dictaduras privadas), no reconocemos al Estado como un escenario legítimo para la política emancipatoria de los trabajadores. Del mismo modo que no creemos que sea posible ascender a los/as trabajadores/as a gerentes o jefes para luchar contra el capitalismo, no creemos que sea viable elegir políticos para luchar contra el Estado. Somos anticapitalistas y antiestatistas; por eso es nuestro deber luchar contra la burocratización de los sindicatos y movimientos sociales, así como contra las burocracias internas de estos mismos movimientos.[60]

También debe ser fundamental fomentar constantemente en estos movimientos la autogestión y el federalismo, haciendo frente a las expresiones de dominación que pueden (re)producirse internamente. Esto significa defender la democracia de base, la toma de decisiones colectivas, así como las delegaciones rotativas y revocables con control de base. La plena participación en la organización y en las luchas de los movimientos populares contribuye decisivamente a producir los sujetos revolucionarios indispensables para cualquier proyecto legítimo de transformación social.

Además, nos parece fundamental empezar a construir el futuro en el presente y prefigurar así la sociedad futura que queremos en nuestras propias luchas. Para ello, es necesario combatir a los dirigentes desvinculados de las bases, los procesos jerárquicos de toma de decisiones y el modus operandi capitalista-estatista que a menudo se reproduce en el seno de los movimientos. Recordemos que la dominación no es un medio ni un camino para la autogestión.[61]

Por último, es esencial construir una perspectiva de transformación social en el seno de estos movimientos y, sobre todo, entre ellos. Esto requiere romper con el reformismo y el corporativismo y avanzar, situando la revolución de las masas trabajadoras como horizonte de la lucha. Sin embargo, romper con el reformismo (reformas como fin) y defender una posición revolucionaria no significa renunciar a las luchas por reformas o conquistas inmediatas.

Estas luchas (por reformas y victorias inmediatas) permiten masificar a los movimientos; si son victoriosas, hacen menos difícil la vida de las clases oprimidas. No obstante, sean victoriosas o incluso derrotadas, esas luchas tienen un efecto pedagógico sobre los militantes que participan en ellas, algo decisivo para la radicalización de los trabajadores. Cuanto más se acerquen al proyecto que defendemos, mayores serán las posibilidades de que los sindicatos y los movimientos sociales conviertan sus luchas inmediatas en gimnasia revolucionaria, lo que fortalece ese proyecto de poder popular y acerca así la revolución y el socialismo libertario. Pensadas así, las luchas por las reformas pueden ser un camino hacia la lucha revolucionaria.[62]

Un enorme desafío para esta lucha revolucionaria es construir una unidad real entre los numerosos movimientos populares. Esto solo puede hacerse desde una perspectiva de clase, ya que es la clase social, y solo ella, la que permite romper la fragmentación y unificar los intereses y movimientos de las clases oprimidas. Promover esta unidad y combatir las posiciones fragmentadas es fundamental para una lucha amplia que contradiga realmente el sistema de dominación capitalista-estatista.[63]

Sin embargo, esta unidad de clase no puede ser falsa o construida artificialmente, ni puede reproducir en sí misma las formas de dominación que son estructurales y funcionales al capitalismo-estatismo: en particular, las basadas en la nacionalidad, la raza-etnia y el género-sexualidad. A lo largo de su historia de luchas, es importante que los sindicatos y los movimientos sociales adopten posiciones de lucha contra el imperialismo/colonialismo, el racismo, la discriminación étnica, el patriarcado y los prejuicios contra las personas LGBTs+.

Específicamente, en el caso de la acción en los movimientos de liberación nacional, antirracista, feminista y LGBTs+, es esencial adoptar una línea clasista, internacionalista y revolucionaria. Porque es en estos movimientos (y en la discusión de estos temas de forma más amplia) donde el liberalismo progresista y el postmodernismo han extendido sus posiciones, estimulando la fragmentación de las clases oprimidas y dando nueva legitimidad al capitalismo-estatismo.[64]

En cuanto a la lucha contra estas diferentes formas de dominación, nuestro proyecto de poder popular autogestionado se apoya en cuatro pilares. En primer lugar, una lucha de clases que debe ser, al mismo tiempo, internacionalista, revolucionaria, antiimperialista, antirracista y antipatriarcal o feminista. En segundo lugar, un antiimperialismo, antirracismo y antipatriarcado o feminismo que debe ser, al mismo tiempo, clasista, revolucionario e internacionalista. En tercer lugar, una ruptura con la fragmentación y una promoción permanente de la unidad de las clases oprimidas. En cuarto lugar, una comprensión estratégica, basada en nuestra concepción de la lucha de clases, de quiénes son nuestros verdaderos enemigos: las clases dominantes (y no los/as trabajadores/as de los países imperialistas, los/as blancos/as, los hombres, los/as heterosexuales, etc.).

Por eso rechazamos las diferentes formas de identitarismo, esa idealización de una determinada identidad social, cuyo origen está en las innumerables diferencias sociales (por ejemplo: brasileño, mujer, gay, trans, negro, indígena, pobre, trabajador, etc.), que se esencializa (las personas de una identidad X tienen características esenciales Y, por ejemplo: las mujeres tienen una esencia no violenta, los hombres tienen una esencia violadora, etc.) y que reduce las cuestiones estructurales a problemas entre grupos o incluso individuos (por ejemplo: el racismo solamente es el problema de las personas que expresan abiertamente sus prejuicios raciales).

Defendemos la unidad (de clase, en la lucha de clases) en la diversidad (nacional, racial, de género, en el enfrentamiento a todas las formas de dominación). Y, como dijimos, creemos que las diferentes formas de dominación deben ser analizadas y combatidas como parte de un marco histórico y estructural más amplio. Por último, nos oponemos a la búsqueda exclusiva del reconocimiento y la representación de las identidades, ya que son herramientas del liberalismo progresista.[65]

El papel de la Organización Anarquista

En estas concepciones estratégicas y programáticas, la organización política anarquista desempeña un papel central. Se trata de una asociación o agrupación de trabajadores anarquistas que tiene unos objetivos determinados y establece y promueve colectivamente los medios para alcanzar dichos fines. En nuestro caso, el objetivo final o fin que defendemos es el socialismo libertario; y los medios que establecemos y promovemos se concretan en nuestra concepción del poder popular autogestionario. Un poco más adelante, trataremos con más profundidad nuestra concepción de la organización anarquista.[66]

Por ahora, únicamente discutiremos el papel o función de esta organización en el proceso en cuestión (la construcción del poder popular autogestionado, la transformación social revolucionaria y la implementación del socialismo libertario), que está más directamente relacionado con los elementos estratégicos y programáticos que se están abordando.

A lo largo de la historia, la organización anarquista y su papel se han representado con diferentes metáforas. Se ha presentado como un agente catalizador, ya que acelera los procesos sin consumirse ni alterarse permanentemente. Se ha presentado como un pequeño motor, en la medida en que potencializa las energías, permitiendo a los vehículos o barcos aumentar su velocidad en un trayecto determinado. También se ha presentado como levadura, porque afecta a la masa y la hace subir considerablemente.[67]

Hasta cierto punto, estas metáforas ayudan a explicar el papel de la organización anarquista. Afecta a las masas trabajadoras (clases oprimidas), movilizándose, organizándose y comprometiéndose en movimientos populares, impulsando y acelerando la conversión de su capacidad de logro en una fuerza social. No obstante, también incide en los movimientos populares (sindicatos y movimientos sociales), disputando con otras fuerzas y con los movimientos en su conjunto su dirección estratégica y programática.

Con ello, la organización política contribuye también a impulsar y acelerar el proceso de emancipación de las propias clases oprimidas (construcción del poder popular autogestionado y del socialismo libertario). En la medida en que no se disuelve en estas actividades, la organización anarquista se convierte en una herramienta indispensable, tanto para preparar y fortalecer la revolución social como para garantizar la implementación del socialismo libertario.[68]

La necesidad de la organización anarquista se justifica por varias razones. En primer lugar, para maximizar el poder de la acción anarquista. Cuando estamos solos, somos muy débiles y la fuerza social que somos capaces de movilizar es casi insignificante. E incluso si formamos parte de movimientos populares, difícilmente estamos en condiciones de disputar eficazmente la dirección de estos movimientos, especialmente cuando tenemos que enfrentarnos a otras fuerzas colectivas. En otras palabras, debido al principio de fuerza colectiva (en el que la organización multiplica las fuerzas individuales y siempre supera con creces la simple suma de estas fuerzas), la organización anarquista multiplica la fuerza social de los anarquistas para su intervención en la realidad; aumenta considerablemente las posibilidades de que sus propuestas prevalezcan en los conflictos sociales, en la lucha de clases.[69]

Pero eso no es todo. Los sindicatos y los movimientos populares, por su propia naturaleza (organizaciones de masas amplias, formadas en torno a cuestiones sociales concretas y centradas principalmente en conquistas inmediatas), tienen dificultades y ciertos límites para construir un poder popular autogestionado, en el sentido que proponemos (estamos en desacuerdo, por lo tanto, con otras corrientes políticas que creen que las organizaciones de masas son suficientes para una transformación emancipadora, como es el caso de los anarcosindicalistas, consejistas, comunitaristas, etc.).

Los movimientos populares no avanzan espontáneamente hacia la construcción del poder popular que proponemos, y menos aún hacia el socialismo libertario. Para que esto sea posible, consideramos esencial una fuerza anarquista capaz de influir en la dirección de estos movimientos y en la relación entre ellos. Esta fuerza anarquista tendrá que enfrentarse a algunas de las tendencias de estos movimientos (surgimiento y desaparición, flujo y reflujo de las luchas, disputas entre diferentes fuerzas políticas, posiciones internas muy heterogéneas, corporativismo, reformismo, etc.) así como enfrentarse, de forma organizada, a los oponentes y enemigos de los propios movimientos, que tienen otros proyectos de poder.

Sin embargo, no se trata de defender una visión vanguardista según la cual los sindicatos y los movimientos sociales no tienen capacidad de transformación social. Y que solamente corresponde al partido de vanguardia dotar a estos movimientos de conciencia y capacidad transformadora, y dirigir el propio proceso revolucionario (el partido), entendido como conquista del Estado (negamos, por lo tanto, las expresiones del marxismo-leninismo que sustentan tales posiciones). En nuestra opinión, los sindicatos y los movimientos sociales (las masas trabajadoras y oprimidas, en general) tienen esta capacidad transformadora, pero por diversas razones (la forma en que están estructurados, las fuerzas políticas hegemónicas, etc.), no han sido capaces de convertirla en una posibilidad real.[70]

La organización anarquista contribuye a revertir esta situación, impulsando y acelerando esta toma de conciencia y la dirección estratégica programática debatida, con énfasis en la unificación de las clases oprimidas. En un contexto de flujo y reflujo de movimientos y luchas, acumula experiencia y garantiza la continuidad, dada su mayor estabilidad y permanencia en el tiempo. Esto permite medir la fuerza social anarquista, evaluar la situación y decidir, de la forma más adecuada posible, cómo actuar, lo que puede significar avanzar o retroceder, eligiendo una u otra forma de actuar.

La organización anarquista fomenta una revolución social dirigida por las masas (y no por el partido), que destruya simultáneamente al capitalismo, el Estado y sus instituciones legitimadoras, y que constituya un poder de masas en la sociedad (una revolución de clase que suprima el Estado, y no una revolución de partido que conquiste el Estado).

Esta diferencia con las posiciones vanguardistas también es evidente en la forma en que concebimos la relación entre los anarquistas (organización política) y los movimientos populares (organizaciones de masas). Creemos que la relación entre estos dos niveles (político y social) es complementaria e interdependiente: la organización anarquista y los movimientos populares se complementan y dependen el uno del otro. No creemos que sea posible avanzar en nuestro proyecto político con una organización anarquista aislada de las masas, ni con las organizaciones de masas sin la presencia de la organización anarquista.

También defendemos que esta relación debe ser autogestionaria (antiautoritaria, no jerárquica). Es decir, negamos que la organización política deba subordinar o amañar a los sindicatos y movimientos sociales, utilizarlos como masa de maniobra o como medio de promoción del partido. Negamos que deba haber una jerarquía entre el partido (donde está la gente consciente, revolucionaria, que sabe “qué hacer”) y las masas (donde está la gente inconsciente, restringida a los intereses inmediatos, que no sabe qué hacer). Negamos el sometimiento económico, político o intelectual (dependencia financiera, obediencia acrítica, amenazas o coacción física, impedimentos a la educación, formación, etc.) de las bases de los movimientos .

La organización anarquista se moviliza contra las relaciones de dominación en los sindicatos y movimientos sociales. Promueve permanentemente la autogestión, situándose como aliada de los movimientos para ejercer el mencionado papel de catalizador, motor o fermento, siempre en interés de las clases oprimidas. Estos intereses están bien representados en nuestro proyecto político, que es ante todo un proyecto de clase y no solo de partido.

Aún así, debe quedar claro que si rechazamos el vanguardismo, también rechazamos las posiciones que equiparan organización y estructura con jerarquía y dominación, algo que curiosamente acerca a los vanguardistas a los antiorganizacionistas y autonomistas. También descartamos la tendencia de base (basismo) o el papel de “retaguardia” (seguir cualquier posición de las bases de estos movimientos, aunque contradiga nuestro proyecto). Lo que buscamos es proyectar una línea política anarquista de intervención en las luchas de las masas trabajadoras, para convertirnos en un referente en este proceso.

Queremos una relación igualitaria entre las organizaciones anarquistas y los movimientos populares, en la que haya un aprendizaje mutuo y que, a través de una influencia antiautoritaria/autogestionaria, podamos impulsar nuestro programa, estimulando formas autogestionarias y federalistas de organización y lucha (enfrentando las diferentes dominaciones y opresiones que pueden reproducirse) y empezando a construir el futuro en el presente.[71]

El Concepto de Organización Anarquista

Reivindicamos el dualismo organizativo (organización concomitante, como anarquistas, en la organización política, y como trabajadores, en los movimientos populares). Y con relación a la organización anarquista, defendemos sus formas homogéneas y programáticas, como en los casos históricos del plataformismo y el especifismo (negamos, por lo tanto, el sintetismo, que se opone a estas posiciones).[72] Somos, asi, una organización que se adhiere al dualismo organizativo; una organización plataformista y especifista.

Ya hemos abordado el papel o función de esta organización y su relación con las organizaciones de masas (movimientos populares). Ahora presentaremos nuestra forma de concebir la organización anarquista y sus fundamentos organizativos.

Defendemos una concepción de la organización política/específica anarquista como una organización de cuadros, de una minoría activa (nos diferenciamos, pues, de las organizaciones y de los partidos de masas); nos definimos como un partido (que no concurre a las elecciones ni pretende conquistar el poder del Estado) que agrupa a militantes en torno a una línea política (principios) y una línea estratégico-táctica (programa).

Nuestra organización expresa, articula, organiza y coordina las posiciones ideológicas o doctrinales (las anarquistas) de un sector de las clases oprimidas, presentes entre los trabajadores y trabajadoras desde hace casi 150 años. Aunque no pretendemos ser la única ni la “verdadera” organización que represente los intereses y el proyecto de emancipación de las masas trabajadoras, destacamos —y no podría ser de otra manera— que consideramos nuestras propuestas como las más adecuadas para una práctica política que promueva los intereses y la emancipación de las clases oprimidas.[73]

En términos de principios organizativos, adoptamos: autogestión y federalismo; unidad teórica e ideológica; unidad estratégica y táctica; responsabilidad colectiva.[74]

Concebimos la organización anarquista como autogestionaria (democrática, con amplia participación, sin jerarquías ni relaciones de dominación), con decisiones tomadas por sus órganos de base (núcleos) y articulada local, regional y nacionalmente por mecanismos federalistas (delegaciones con control de base, rotativas y revocables), y órganos deliberativos y ejecutivos.

Para este funcionamiento autogestionado, utilizamos la lógica de los círculos concéntricos, que permite simultáneamente garantizar la coherencia entre derechos y deberes, mantener las acumulaciones y renovar y hacer crecer nuestra militancia. Esto es así porque una organización anarquista necesita ser lo suficientemente cerrada como para contar con militantes preparados, comprometidos y alineados políticamente, pero lo suficientemente abierta como para incorporar e integrar a nuevos miembros. El método de toma de decisiones que adoptamos es la búsqueda del consenso y, si esto no es posible, la votación, ganando la mayoría o los porcentajes definidos orgánicamente para cada cuestión.[75]

Defendemos la unidad teórica e ideológica, es decir, una posición unitaria en torno a una línea política clara que debe ser defendida por toda la militancia, que se establece colectivamente y a través del método de toma de decisiones antes mencionado. Esta línea política se compone de una línea teórica (una comprensión de la realidad basada en nuestro método y en la teoría social) y de una línea ideológica (una comprensión de la ideología anarquista y de su aplicación). En el seno de la organización pueden expresarse libremente posiciones diferentes o incluso divergentes, pero una vez establecida esta línea política, toda la militancia la defiende públicamente. Evidentemente, esta línea puede modificarse en función de la posición de la militancia y de criterios orgánicos.

Reivindicamos también la unidad estratégica y táctica, es decir, una unidad programática y de acción que establezca un conjunto común de objetivos y vías para la acción colectiva. También defendida colectivamente por toda la militancia y construida colectivamente. Esta unidad programática se expresa en una línea estratégica y táctica, y se formaliza en un programa. Igualmente, puede haber diferentes posiciones, y la línea (fines y medios) puede modificarse, pero siempre que se tome una decisión colectiva, toda la militancia la defiende y la pone en práctica. Lo más importante es remar siempre en la misma dirección.

También defendemos la responsabilidad colectiva, es decir, el compromiso individual y la autodisciplina, asumiendo cada militante la responsabilidad de sus tareas, participando en los órganos de la organización, siempre de acuerdo con los criterios de conducta, la línea política y la línea estratégico-táctica de la organización. Sin embargo, la responsabilidad de la militancia no es individual, sino colectiva. Cada militante es responsable de la organización anarquista y esta, a su vez, es responsable de las acciones de cada militante.[76]

Son varias las tareas cotidianas y permanentes de la organización anarquista. Produce, actualiza y modifica su análisis de la realidad pasada y presente, haciendo estudios históricos y teóricos de la estructura y coyuntura de la sociedad. Establece sus objetivos finalistas y su estrategia general; formula, actualiza y modifica su estrategia temporal y su táctica; formaliza estos elementos en un programa para el período.

La organización también articula y promueve el trabajo social de la militancia (creación y participación en movimientos populares) y busca constantemente la inserción social (influencia real en estos movimientos, en el sentido de construcción del proyecto de poder popular autogestionado). Propaga sus concepciones ideológicas (anarquismo), estratégicas y tácticas, ajustando siempre la forma y el contenido de la comunicación en función de sus objetivos.

La organización anarquista también promueve la formación política de sus cuadros, preparando nuevos miembros y contribuyendo a la madurez formativa y a la unidad organizativa. Mantiene relaciones políticas y sociales: con otros grupos anarquistas; con personas, grupos y organizaciones de otras corrientes políticas; con movimientos de masas y otras entidades de la sociedad. Gestiona sus recursos humanos y financieros.[77]

Palabras Finales

A lo largo de este documento hemos expuesto nuestros principios y estrategia general, los conceptos que guían nuestro proyecto organizativo. Invitamos a las personas y militantes interesados a visitar nuestra página web para acceder a otros documentos, profundizar en el debate teórico, conocer nuestro trabajo práctico ¡e incluso acercarse en el proceso organizativo!

¡Ética, compromiso, libertad!
¡Luchar, crear, poder popular!
¡Por el avance del anarquismo organizado en Brasil!

Organización Socialista Libertaria (OSL)
Julio de 2023

Referencias

1) Nuestra elección de los términos "materialismo" y "realismo" (que utilizamos aquí como sinónimos) se basa principalmente en los clásicos anarquistas Mijaíl Bakunin y Errico Malatesta. Bakunin denominó a su enfoque "materialismo científico" y reivindicó el "método realista" para analizar la sociedad. Malatesta adoptó un enfoque que ha sido denominado "realismo" por muchos de los que han estudiado su obra. La elección del término "teoría social libertaria" se basa en Alfredo Errandonea, y en el uso que han hecho de él los investigadores asociados al Instituto de Teoría e Historia Anarquistas (ITHA). En ambos casos (materialismo/realismo y teoría social), utilizamos el adjetivo "libertario" para marcar esta ascendencia de los clásicos anarquistas y su posible diálogo con otros miembros de la izquierda antiautoritaria socialista y comunista. Es importante destacar que somos muy conscientes de que Bakunin, Malatesta (así como otros clásicos libertarios y anarquistas, como Pierre-Joseph Proudhon, Piotr Kropotkin, Rudolf Rocker, Murray Bookchin, entre otros) tienen contribuciones más y menos adecuadas, si tenemos en mente un uso contemporáneo; y también que estos autores tienen convergencias y divergencias, continuidades y rupturas entre ellos. Cuando los utilizamos, es importante tener en cuenta dos cosas: 1.) Este uso es crítico y selectivo y, por esta misma razón, no asumimos todas sus posiciones (no somos bakuninistas, malatestianos, proudhonianos, etc.); esto se aplica a todas las referencias (autores, organizaciones, etc.) mencionadas en las referencias a lo largo de este texto; 2.) Este diálogo crítico y selectivo nuestro con distintas fuentes no implica eclecticismo, sino la elaboración cuidadosa de un planteamiento libertario coherente, que no sólo tenga referencia con los anarquistas, sino que esté en consonancia con los planteamientos que creemos, a principios del siglo XXI, tienen mayor potencial para analizar la realidad.

2. Bakunin, “Considerações Filosóficas sobre o Fantasma Divino, o Mundo Real e o Homem”, “Sofismas Históricos da Escola Doutrinária dos Comunistas Alemães”, “Resposta de um Internacional a Mazzini”.

3. Bakunin, “Considerações Filosóficas...”, “Sofismas Históricos...”; Malatesta, “Anarquismo e Ciência”.

4. Bakunin, “Considerações Filosóficas...”, Federalismo, Socialismo e Antiteologismo; Malatesta, “Anarquismo e Ciência”, “Ciência e Reforma Social”; sobre estas cuestiones en Bakunin y Malatesta, ver también: Corrêa, Liberdade ou Morte, “Epistemologia, Método de Análise e Teoria Social em Malatesta”.

5. Malatesta, “Anarquismo e Ciência”, “Ciência e Reforma Social”, “Ideal e Realidade”; FAU, “Huerta Grande”; Corrêa, “Epistemologia...”.

6. Malatesta, “Anarquismo e Ciência”; Bakunin, “Sofismas Históricos...”.

7. Errandonea, Sociologia da Dominação.

8. Malatesta, “A Anarquia”; Bakunin, “A Ciência e a Questão Vital da Revolução”.

9. Errandonea, Sociologia da Dominação; Corrêa, Bandeira Negra.

10. Bakunin, “Sofismas Históricos...”; Malatesta, “A Anarquia”.

11. Rocha, A Interdependência Estrutural das Três Esferas.

12. Errandonea, Sociologia da Dominação; Rocha, A Interdependência...

13. López, Poder e Domínio; Errandonea, Sociologia da Dominação; Rocha, A Interdependência...

14. Bakunin, “Sofismas Históricos...”, “História do Socialismo”, “Deus e o Estado”.

15. Bakunin, “Considerações Filosóficas...”, “Carta ao Jornal La Liberté de Bruxelas”.

16. Bakunin, Estatismo e Anarquia, Federalismo...

17. Bakunin, “As Intrigas do Sr. Utin”; Malatesta, Ideologia Anarquista, “O Individualismo no Anarquismo”.

18. Malatesta, “O Individualismo…”; Bakunin, “As Intrigas...”.

19. Malatesta, “Programa Anarquista”, “Ideal e Realidade”, “O Individualismo...”; Bakunin, “A Ciência...”; Estatismo e Anarquia, Federalismo…; Corrêa, “Contribuições Malatestianas para a Teoria Social”.

20. López, Poder e Domínio.

21. López, Poder e Domínio; Bakunin, “A Ciência...”, A Teologia Política de Mazzini e a Internacional; Malatesta, “Programa Anarquista”.

22. López, Poder e Domínio; Corrêa, “Poder, Dominação e Autogestão”; Errandonea, Sociologia da Dominação.

23. Errandonea, Sociologia da Dominação; Bakunin, Estatismo e Anarquia; Malatesta, “A Anarquia”; Nitzan e Bichler, Capital como Poder.

24. Rocha, A Interdependência...; Corrêa, “Contribuições Malatestianas…”; Malatesta, “A Unidade Sindical”, “A Propósito do Revisionismo”; Bakunin, “Sofismas Históricos...”.

25. Bakunin, “Três Conferências Feitas aos Operários do Vale de Saint-Imier”; Kropotkin, Ciência Moderna e Anarquismo; Malatesta, “Programa Anarquista”; Errandonea, Sociologia da Dominação.

26. Malatesta, “A Anarquia”, “O Declínio do Espírito Revolucionário e a Necessidade de Resistência”; López, Poder e Domínio; Corrêa, “Contribuições Malatestianas…”.

27. Bakunin, “A Ciência...”, “Três Conferências...”, “A Política da Internacional”; Errandonea, Sociologia da Dominação.

28. Corrêa, “Anarquismo, Poder, Classe e Transformação Social”; Van der Walt, “De Volta para o Futuro”; Bakunin, “A Rússia”, “Instrução Integral”; Malatesta, “Programa Anarquista”.

29. Bakunin, “A Ciência...”, “Três Conferências...”; Dielo Truda, “A Plataforma Organizacional”; Errandonea, Sociologia da Dominação.

30. Bakunin, “Três Conferências...”; Kropotkin, Palavras de um Revoltado.

31. Bakunin, “A Rússia”, “Instrução Integral”, “Programa da Sociedade da Revolução Internacional”; Malatesta, “A Anarquia”; Corrêa, “Contribuições Malatestianas…”, “Classes Sociais e Burocracia em Bakunin”; FARJ, Anarquismo Social e Organização.

32. Bakunin, “Federalismo...”, “O Patriotismo”, Estatismo e Anarquia. Sobre las clases sociales en general (teoría, historia y análisis contemporáneo), ver: OASL, “Formação: Classes Sociais”.

33. Bookchin, “Por uma Ecologia Social”; ZACF, “Luta de Classes e Crise Ambiental”.

34. OSL, “Sistema Capitalista-Estatista, Classe e Outras Formas de Dominação”; Corrêa, Bandeira Negra; Bakunin, O Império Cnuto-Germânico e a Revolução Social; “Sofismas Históricos...”, “A Política…”; Malatesta, “Programa e Organização da Associação Internacional dos Trabalhadores”; Rocker, Nacionalismo e Cultura; Reclus, Da Escravidão nos Estados Unidos; Parsons, Liberdade, Igualdade e Solidariedade; Gonzáles Prada, “Nossos Índios”; Berneri, “Contra o Delírio Racista”; Sánchez Saornil, A Questão Feminina em Nossos Meios; Zhen, “Sobre a Questão do Trabalho da Mulher”; Bookchin, “Para Onde Vai o Anarquismo?”; Ervin, Anarquismo e Revolução Negra; BRRN, “Virando o Jogo”; WSM, “Opressão Queer”; Fraser, Capitalismo em Debate.

35. ZACF, “Luta de Classes, Capitalismo e Estado”, “Anti-Imperialismo e Libertação Nacional”, “Lutando e Combatendo o Racismo”, “Lutando pela Liberdade das Mulheres”, “Opressão de Gays e Lésbicas”.

36. ACG, “A Política da Divisão”; BRRN, “Virando o Jogo”; Bookchin, “A Esquerda que se Foi”.

37. ZACF, “Anti-Imperialismo…”, “Lutando e Combatendo…”.

38. ZACF, “Lutando pela Liberdade…”, “Opressão…”; Wolf, Sexualidade e Socialismo.

39. Bakunin, Estatismo e Anarquia, “Carta a Meus Amigos da Itália”; Kropotkin, Palavras…; Malatesta, “Programa Anarquista”, “Programa e Organização…”; Dielo Truda, “A Plataforma…”.

40. Bakunin, Estatismo e Anarquia; Vasco, Concepção Anarquista do Sindicalismo; Fabbri, Ditadura e Revolução; Bookchin, “Anarquismo Social ou Anarquismo de Estilo de Vida”.

41. Corrêa, “Anarquismo, Poder…”.

42. Malatesta, “A Organização”; Kropotkin, “1º de Maio de 1891”; Fabbri, Ditadura e Revolução; Fontenis, “Manifesto Comunista Libertário”; Van der Walt, “Revolução Mundial”.

43. Bakunin, “Carta a Tomás González Morago”; Malatesta, “A Propósito da Revolução”; FARJ, Anarquismo Social…; Arshinov, História do Movimento Makhnovista; Rocker, A Tragédia da Espanha.

44. Bakunin, “Os Ursos de Berna e o Urso de São Petersburgo”, “Os Enganadores/Adormecedores”; Kropotkin, Memórias de um Revolucionário; Malatesta, “A Violência e a Revolução”; Dielo Truda, “A Plataforma…”, FAU, “Copei”; Guillén, Teoria Anarquista da Guerra; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”.

45. Dielo Truda, “A Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”.

46. Malatesta, “Carta a Luigi Fabbri”; Fabbri, Ditadura e Revolução; Rocker, Os Sovietes Traídos Pelos Bolcheviques.

47. OSL, “Teoria da Estratégia”; FARJ, Anarquismo Social…; Malatesta, “Os Fins e os Meios”, “Socialismo e Anarquia”; Mechoso, A Estratégia do Especifismo; RL, “O Partido Libertário”; Guillén, Teoria Anarquista da Guerra.

48. Bakunin, Federalismo…; Guillaume, “Ideias Sobre a Organização Social”; Kropotkin, A Conquista do Pão; Malatesta, “Programa e Organização…”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; RL, “Por Que uma Sociedade Libertária?”.

49. Bookchin, “Por uma Ecologia Social”, Ecologia da Liberdade; Purchase, Anarquismo e Sobrevivência Ambiental.

50. Corrêa, Bandeira Negra; Van der Walt, “Revolução Mundial”.

51. Bakunin, Estatismo e Anarquia, “Irmãos da Aliança na Espanha”; Guillaume, “Ideias…”; Malatesta, “A Insurreição”; Kropotkin, A Conquista…, Campos, Fábricas e Oficinas; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAKB, “Plataforma dos Anarcocomunistas da Bulgária”; Besnard, O Mundo Novo; Proudhon, Do Princípio Federativo; Dolgoff, “A Relevância do Anarquismo para a Sociedade Moderna”; Berthier, Do Federalismo; López, Poder e Domínio; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; Albert, PARECON.

52. Bakunin, “Programa da Sociedade…”; Guillaume, “Ideias…”; Malatesta, “Produção e Distribuição”; Vasco, Concepção…; Dielo Truda, “A Plataforma…”, “Suplemento à Plataforma Organizacional”; FAKB, “Plataforma…”.

53. Bakunin, “Programa da Sociedade…”, “A Política…”; Malatesta, “A Anarquia”; Vasco, Concepção…; Puente, “Comunismo Libertário”; Passos, “Federalismo e Centralismo”; Flores Magón, “Liberdade Política”; Amigos de Durruti, “Para uma Nova Revolução”.

54. Bakunin, “Programa da Sociedade…”, “Instrução Integral”; Malatesta, “Os Anarquistas e o Sentimento Moral”; Besnard, A Ética do Sindicalismo; Dielo Truda, “O Problema Organizacional e a Ideia de Síntese”; Chaeho, “Declaração da Revolução Coreana”; Ferrer y Guardia, “A Renovação da Escola”; Fontenis, “Manifesto…”; RL, “O Partido Libertário”.

55. Bakunin, “A Ciência…”, “A Política…”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAU, “A Organização Política é o Decisivo”; López, Poder e Domínio; Mechoso, A Estratégia…; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; Corrêa, “Anarquismo, Poder…”; OASL, “Formação…”.

56. Corrêa, Bandeira Negra; FARJ/OASL/RL/COMPA, “Combater o Avanço Fascista e a Conciliação de Classes”; Malatesta, “A Organização”, “Sindicalismo”; FAKB, “Plataforma…”; FAU, “Copei”.

57. Bakunin, “Protestação da Aliança”, “A Dupla Greve de Genebra”, “Carta a Morago”; Malatesta, “Programa Anarquista”, “Programa e Organização…”; “A Propósito da Revolução”, “Em Torno de Nossa Organização”; Makhno, “Nossa Organização”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “Sindicato e Tendência”; OSL, “Definindo o Poder Popular”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…, “Carta de Princípios”.

58. Bakunin, “Programa da Fraternidade…”, “Carta a Morago”, “Irmãos da Aliança…”; Malatesta, “Organização”, “Em Torno de Nosso Anarquismo”; Dunois, “Anarquismo e Organização”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAKB, “Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “A Organização Política Anarquista”, “Sindicato e Tendência”; Mechoso, A Estratégia…; RL, “O Partido Libertário”, “A Política das Frentes e a Função da Organização Anarquista”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social… El sindicalismo revolucionario no fue una creación de la Confederación General del Trabajo francés, fundada en 1895, sino de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT, 1864-1877); Bakunin fue uno de sus mayores teóricos. Ver, por ejemplo: Bakunin, “A Política…”, “Protestação…”, “A Dupla Greve…”.

59. Bakunin, “A Política…”, “Escrito Contra Marx”, “Carta a Morago”, “A Dupla Greve…”; Schwitzguébel, “A Associação Internacional dos Trabalhadores”; Malatesta, “Programa Anarquista”, “Programa e Organização…”, “A Propósito da Revolução”; Dunois, “Anarquismo e Organização”; Vasco, Concepção…; Pelloutier, “O Anarquismo e os Sindicatos Operários”; Besnard, Os Sindicatos Operários e a Revolução Social; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…; ZACF, “Sindicatos e Revolução”; OASL, “Formação…”.

60. Bakunin, “A Política…”, “Protestação…”, “A Dupla Greve…”; Kropotkin, “Carta para A Voz do Trabalho”, “Comemoração dos Mártires de Chicago”, “Sindicalismo e Parlamentarismo”; Malatesta, “Programa Anarquista”, “Programa e Organização…”; Vasco, Concepção…; Pelloutier, “O Anarquismo…”; Besnard, Os Sindicatos…; Pouget, “A Ação Direta”, “A Confederação Geral do Trabalho”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “Copei”; RL, “O Partido Libertário”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…; ZACF, “Sindicatos e Revolução”.

61. Bakunin, “A Política…”, “Irmãos da Aliança…”; Kropotkin, “Comemoração…”, “Sindicalismo e Anarquismo”; Malatesta, “Programa Anarquista”, “Programa e Organização…”; Vasco, Concepção…; Pelloutier, “O Anarquismo…”; Besnard, Os Sindicatos…; Pouget, “A Ação Direta”, “A Confederação…”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “Copei”; RL, “O Partido Libertário”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…; ZACF, “Sindicatos e Revolução”.

62. Bakunin, “A Política…”; Malatesta, “Anarquismo e Reforma”, “Quanto Pior Estiver, Melhor Será”, “Programa Anarquista”, “Sindicalismo e Anarquismo”; Vasco, Concepção…; Ba Jin, “O Anarquismo e a Questão da Prática”; Sakae, “Do Ideal Social”; Meltzer, Anarquismo; Dolgoff, “A Relevância…”; FAU, “Copei”, “Sindicato e Tendência”; Price, “Anarquismo Classista e Revolucionário”.

63. Bakunin, “A Política…”, “Protestação…”, “Carta a Meus Amigos…”, “Carta a Morago”; Malatesta, “Programa e Organização…”; Kropotkin, “Comemoração…”, “A Revolução Russa e o Anarquismo”; Vasco, Concepção…; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAKB, “Plataforma…”; Besnard, Os Sindicatos…; De Jong, “A Concepção Libertária da Transformação Social Revolucionária”; Errandonea, Sociologia da Dominação; Van der Walt, “Revolução Mundial”; ZACF, “Luta de Classes, Capitalismo…”; FARJ, Anarquismo Social….

64. ACG, “A Política…”; BRRN, “Virando o Jogo”; Rowe, “A Política das Vozes”; ZACF, “Luta de Classes, Capitalismo…”, “Anti-Imperialismo…”, “Lutando e Combatendo…”, “Lutando pela Liberdade…”, “Opressão…”; Van der Walt, “Revolução Mundial”, “Entrevista KDVS”; FAU, “Copei”; Bookchin, “A Esquerda que se Foi”; Fraser, Capitalismo…

65. ACG, “A Política…”; BRRN, “Virando o Jogo”; Rowe, “A Política das Vozes”; ZACF, “Luta de Classes, Capitalismo…”, “Anti-Imperialismo…”, “Lutando e Combatendo…”, “Lutando pela Liberdade…”, “Opressão…”; Van der Walt, “Revolução Mundial”, “Entrevista KDVS”; FAU, “Copei”; Bookchin, “A Esquerda que se Foi”; Fraser, Capitalismo…

66. Bakunin, “Programa da Fraternidade Internacional”; Malatesta, “A Organização”; Makhno, “Nossa Organização”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; Fabbri, “Organização Anarquista”; FAU, “A Organização Política Anarquista”; Mechoso, A Estratégia…; FARJ, Anarquismo Social…

67. FARJ, Anarquismo Social…; Vasco, Concepção…; FAU, “A Organização Política Anarquista”; Mechoso, A Estratégia…

68. Bakunin, “Programa da Fraternidade…”, “Carta a Morago”, “Irmãos da Aliança…”; Malatesta, “Organização”, “Em Torno…”; Dunois, “Anarquismo e Organização”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAKB, “Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “A Organização Política Anarquista”; Mechoso, A Estratégia…; RL, “O Partido Libertário”, “A Política das Frentes e a Função da Organização Anarquista”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…

69. Bakunin, “A Ciência…”, “A Dupla Greve…”, “Carta a Meus Amigos…”; Malatesta, “A Organização”, “A Organização das Massas Operárias Contra o Governo e os Patrões”; Dunois, “Anarquismo e Organização”; FARJ, Anarquismo Social…; Proudhon, O que é a Propriedade.

70. Bakunin, “Programa da Fraternidade…”, “Carta a Morago”, “Irmãos da Aliança…”; Malatesta, “Organização”, “Em Torno…”; Dunois, “Anarquismo e Organização”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAKB, “Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “A Organização Política Anarquista”, “Sindicato e Tendência”; Mechoso, A Estratégia…; RL, “O Partido Libertário”, “A Política das Frentes e a Função da Organização Anarquista”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…

71. Bakunin, “Programa da Fraternidade…”, “Carta a Morago”, “Irmãos da Aliança…”; Malatesta, “Organização”, “Em Torno…”; Dunois, “Anarquismo e Organização”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAKB, “Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “A Organização Política Anarquista”, “Sindicato e Tendência”; Mechoso, A Estratégia…; RL, “O Partido Libertário”, “A Política das Frentes e a Função da Organização Anarquista”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…

72. Bakunin, “Carta a Morago”, “Irmãos da Aliança…”; Malatesta, “A Organização”; Dielo Truda, “A Plataforma…”, “O Problema Organizacional….; FAU, “A Organização Política Anarquista”; Mechoso, A Estratégia…

73. Bakunin, “Estatutos Secretos da Aliança”, “Programa da Fraternidade…”, “Carta a Morago”, “Irmãos da Aliança…”; Lehning, “As Concepções de Bakunin sobre as Organizações Revolucionárias e seu Papel”; Malatesta, “Organização”, “A Preparação da Insurreição e os Partidos Subversivos”; Dunois, “Anarquismo e Organização”; Oiticica, “Críticas e Proposições Organizacionistas”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; FAKB, “Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “A Organização Política Anarquista”, “O que é Ideologia”, “Huerta Grande”; Mechoso, A Estratégia…; RL, “O Partido Libertário”, “A Política das Frentes e a Função da Organização Anarquista”; Luta Libertária, “Socialismo Libertário”; FARJ, Anarquismo Social…

75. Bakunin, “Estatutos Secretos…”, “Programa da Fraternidade…”, “Carta a Morago”; Malatesta, “A Organização”, “Ação e Disciplina”; Makhno, “Sobre a Disciplina Revolucionária”; Dielo Truda, “A Plataforma…”, “Suplemento…”; Fontenis, “Manifesto…”; FAU, “A Organização Política Anarquista”; FARJ, Anarquismo Social…, “Reflexões sobre o Comprometimento, a Responsabilidade e a Autodisciplina”.

76. Bakunin, “Carta a Morago”, “Programa da Fraternidade…”, “Estatutos Secretos…”; Malatesta, “A Organização”, “Ação e Disciplina”; Oiticica, “Críticas…”; Dielo Truda, “A Plataforma…”; Fontenis, “Manifesto…”; Mechoso, A Estratégia…; RL, “O Partido Libertário”.

77. FARJ, Anarquismo Social…